“Teníamos miedo porque venían por la noche a cogernos a casa, y te llevaban para fusilarte en el paredón del cementerio, pasaba después de la guerra, era cosa de política, porque teníamos una dictadura en España”.

“Cuando ocurrió la Segunda Guerra Mundial, en mi escalera vivía el redactor jefe de un periódico, y a ese le mandaban los partes de guerra y se los dejaban debajo del felpudo; yo subía los cogía, los bajaba a casa, los leíamos, y lo volvía a dejar en su sitio. No me asustaba al escuchar las cosas de la Segunda Guerra Mundial porque estaba acostumbrada a escuchar Radio Pirenaica por las noches, una radio independiente de izquierdas, de la república; cerrábamos bien todas las ventanas y todas las puertas para que no se oyera fuera de mi casa nada. Esa emisora estaba en Andorra, y por las noches queríamos escuchar lo que pasaba porque el gobierno no daba explicaciones de lo que estaba ocurriendo. Sobre el holocausto lo supe cuando fui más mayor, de pequeña no sabíamos mucho que estaba pasando con Alemania, porque las noticias no nos llegaban”.

“A un tío mío le llevaron al paredón y no le mataron porque un amigo suyo le dijo: “antes de que te disparen, tírate al suelo” y no le dieron el tiro de gracia. Nunca hemos sabido porque se lo llevaron, creemos que fue porque era nacionalista vasco”.