“Sí, por ejemplo, mi difunta suegra iba con otras mujeres iban hasta Reinosa (a unos 20 kilómetros en línea recta) de noche, andando por el monte con 20 kilos de maíz para cambiarlo por trigo, y luego volver andando otra vez claro.”
“Fui muy poco al colegio, dos o tres años con una de mis hermanas, y teníamos una maestra que se llamaba María Jesús que nos quería mucho. Un día se dio cuenta que como teníamos que venir andando de lejos, comíamos en un prado, así que nos dejó las llaves de la escuela para que comiéramos allí. Luego ya teníamos que trabajar dándole la vuelta a la hierba y cuidando las vacas y las cabras”.